La práctica del Mentoring: Motor de Desarrollo y Crecimiento
Por Andrea Corvera Bahamondes, coordinadora de la Red de Mentores 3IE – USM.
Esta última semana, con mucho entusiasmo, dimos la bienvenida a la mentora número 114 a nuestra Red de Mentores 3IE-USM. Cada ocasión en la que un profesional decide comprometer su tiempo, conocimientos y experiencia como mentor es un evento que nos llena de alegría. Por eso quiero enfocar esta columna a conocer más sobre qué es un mentor de emprendedores y la importancia de contar con uno en el desarrollo de un negocio.
Pero, primero, mencionaremos algunas definiciones del mentoring. El mentoring es una práctica que integra la pericia, conocimientos, trayectoria y determinación de un mentor, los cuales pone a disposición para beneficiar a un emprendedor que necesita soporte en alguna dimensión de su proyecto. Pero, ¿qué implica exactamente el mentoring? Es un método que despliega auténtica ayuda y compromiso entre dos individuos, reuniendo talento y motivación. En este proceso, una persona, dotada de mayor experiencia y conocimiento en un campo específico (el mentor), brinda guía, instrucción, asesoramiento y apoyo al desarrollo personal y/o profesional de otro individuo (el mentorizado), invirtiendo tiempo y energía para que éste pueda alcanzar sus objetivos de manera más eficiente. La relación se consolida durante un período de tiempo determinado, requiriendo el compromiso conjunto de ambas partes.
El mentoring es tanto una estrategia de apoyo como un proceso intuitivo que estrecha los lazos de confianza entre dos personas. Para asegurar su eficacia, se deben establecer metas claras y se deben nivelar las expectativas respecto a los beneficios que se puedan alcanzar a través de este proceso y en un determinado tiempo, las cuales se deben ir revisando y midiendo constantemente para ir ajustando, acelerando o modificando dependiendo del grado de avance del emprendimiento. Todo este proceso, idealmente, debe estar respaldado por la organización encargada de asegurar el correcto funcionamiento de todas estas acciones.
El valor de un proceso de mentoring es incalculable. No solo por el talento, los conocimientos y la experiencia que el mentor o la mentora brinda al mentorizado, sino por la genuina generosidad dispuesta en cada minuto dedicado por el mentor a su mentorizado, sin expectativa de reciprocidad, excepto la satisfacción de ver a ese proyecto crecer y triunfar en el mercado y a un emprendedor ganando experiencia y herramientas para desenvolverse mejor con su negocio.
¿Qué es un mentor? ¿Quién puede serlo?
Un mentor es aquella persona capaz de percibir más talento en el emprendedor de lo que éste puede ver en sí mismo, y le ayuda a revelarlo. Es capaz de descubrir las fortalezas y potencialidades del mentorizado y ponerlas al servicio del propósito acordado.
Un mentor es un modelo a seguir, una fuente de inspiración, un entrenador, un estimulador, un confidente, un consejero, alguien que comparte su conocimiento y experiencia para propiciar el avance del mentorizado.
Un mentor no se impone, no dirige, no influye en las decisiones del mentorizado. Por el contrario, lo guía, lo orienta, le ofrece ideas y posee la habilidad suficiente para que sea el propio emprendedor quien encuentre sus propias respuestas. El mentorizado confía en el consejo y guía de su mentor, quien, a su vez, le anima, le reta y le incita a dar lo mejor de sí mismo, ayudándole a identificar mejoras que probablemente ya conocía, pero que hubiese implementado más adelante o con mayor lentitud. Con la ayuda del mentor, estos pasos se aceleran, facilitando la puesta en marcha. Además, el mentor posee una perspectiva distante sobre el emprendimiento, lo que le permite verlo desde otro ángulo, pero con la experiencia necesaria para impulsarlo de manera efectiva.
Entonces, ¿qué se requiere para ser un mentor? Fundamentalmente, una motivación genuina para ayudar a otros, dedicar parte de tu tiempo para ello y contar con experiencia y conocimientos demostrados en un campo específico. Un mentor sabe cómo hacer las preguntas correctas, sabe escuchar, sabe cómo narrar una historia, sabe definir objetivos, estrategias y tácticas para el desarrollo personal y/o empresarial.
Y, ¿qué se necesita para ser un mentorizado?
Primero, y ante todo, el deseo de superar metas. Tener claridad sobre cuáles son esas metas, trabajar arduamente para alcanzarlas, estar dispuesto a ser acompañado en este proceso por alguien con más experiencia y comprometerse a participar de forma activa y responsable en un proceso de mentoring.
El mentorizado debe comprender el valor del tiempo de un mentor, por lo que también debe plantear qué puede ofrecerle a su mentor, no sólo pensando en la ayuda o beneficios que pueda recibir de éste. Debe ser capaz de presentar un proyecto interesante, avanzado, con proyecciones, innovador. Así será mucho más atractivo para el mentor y será mucho más fácil apoyarlo. Siempre se espera proactividad por parte del mentorizado.
Si cada emprendedor reconoce, dimensiona e incorpora responsablemente en su planificación el aporte de la mentoría, todo este tiempo, dedicación y experiencia que los mentores entregan, irá mostrando cada vez más rápido sus frutos.
Para quienes gestionamos una Red de Mentores, nos resulta imposible calcular el valor que hay detrás de tantas horas de hombres y mujeres que destinan parte de su ocupada agenda a emprendedores que necesitan una palabra certera, una guía adecuada basada en la experiencia, un consejo, una crítica constructiva o incluso un cambio de dirección si es necesario.
El valor del mentoring reside en el hecho de que muchos individuos, en diversos lugares, están dispuestos a compartir sus aprendizajes y talentos con otros, muchos otros están dispuestos a recibirlos y ponerlos en práctica y equipos gestores como el nuestro que podemos hacer esa virtuosa conexión. A eso apostamos cada día en la Red de Mentores 3IE de la Universidad Técnica Federico Santa María, donde cada vez más profesionales deciden unirse y comprometerse con este hermoso desafío.
Fuente: El Ecosistema Startup